Por Pablo García, ingeniero técnico y consejero industrial de la CAFMadrid

Ha llegado el fin de las calderas de carbón. Desde el 1 de enero de 2022 han dejado de funcionar, al menos en la capital madrileña, tal y como exige la Ordenanza de Sostenibilidad y Calidad del Aire del ayuntamiento.

Ya en 2014 se publicó el Decreto 10/2014 que establecía la obligación de realizar inspecciones de eficiencia energética a las instalaciones térmicas superiores a 70 Kw (todas las instalaciones de calefacción central superan en general este valor). Como resultado de estas inspecciones, se suelen detectar una serie de deficiencias que es necesario corregir, entre las que destaca el hecho de que las calderas no alcanzan el rendimiento mínimo.

Pero mientras que en las calderas de gas o gasóleo se puede mejorar el rendimiento ajustando las bombas y equilibrando el sistema hasta alcanzar el valor deseado, en las calderas de carbón, por su modo de funcionamiento, no se puede regular el sistema y, por tanto, no se pueden corregir las deficiencias. corregida, salvo que se cambie la instalación por una de mayor eficiencia energética.

Por tanto, llevamos unos años donde se ve obligado, indirectamente, a sustituir este tipo de calderas. Cabe señalar, no obstante, que para la sustitución de este tipo de calderas por otras de diferente combustible, preferentemente calderas de condensación a gas, se conceden subvenciones.

¿Qué significa para la comunidad propietaria cambiar del carbón de cadera a uno más capaz? En primer lugar, será posible reducir el consumo y, por tanto, también el gasto. Ya no habrá una situación en la que los pisos inferiores tengan que abrir sus ventanas debido al sobrecalentamiento y los pisos superiores no tengan frío.

Se pueden instalar válvulas termostáticas para regular la temperatura en las habitaciones, cosa que no se podría hacer con la caldera de carbón, ya que si se cerrara el paso de agua caliente a los radiadores, la caldera seguiría funcionando a su ritmo, ahí Habría ruido en las tuberías con posibilidad de rotura por el aumento de presión.

También se pueden colocar contadores de energía a la entrada de la vivienda o repartidores de costes en los radiadores, en la medida en que sea técnica y económicamente factible, lo que permitirá una justa y equitativa distribución del consumo ya que cada uno pagaría en función de lo que consumiera. .

Por tanto, de acuerdo con la normativa vigente, las calderas de carbón deben cambiarse y utilizarse los auxiliares existentes en el mercado antes de que se agoten.

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